Pedro García Zamorano
Diciembe, 2012
La observación de aula, práctica estratégica de la gestión de un plantel escolar
La observación de aula o como se disponga en sus diferentes denominaciones, a saber, observación de clases, acompañamiento al aula y o docente, supervisión en aula etc. constituye una práctica clave de la gestión escolar.
Algunos supuestos para entendernos. Por ahora es concluyente acuerdo que la calidad de la educación escolar se juega en las aulas. También que las clases de calidad (“las buenas clases”, donde la probabilidad de que todos los alumnos aprovechen las oportunidades que dispone el docentes para aprender es más alta que en otras situaciones) existen y se pueden preparar; que una buena clase está asociada a buenos profesores. Vamos a agregar algunos supuestos más sistémicos: las buenas clases son producto de disposiciones y definiciones para calidad que establece un centro educacional como concepto y operacionalización. Las buenas clases, como los resultados de aprendizaje, no son producto del azar y o la espontaneidad; las buenas clases son producto de la gestión del establecimiento y no exclusivamente de uno o varios docentes.
La escuela que asume la calidad como un estándar y que elabora preceptos para la calidad; necesita control de la ejecución de la calidad que define. La gestión de la escuela necesita tener panorama completo de lo que ocurre en el establecimiento; es decir, adquirir, mediante ciertos procedimientos y recursos la visión total de lo está pasando en la escuela. Lo más invisible en un plantel educacional es la vida en las aulas, la observación de aula es la forma de hacer visible sus hechos. La sensibilidad que representa la sala de clases ante los resultados, hace que estos actos se constituyan en actos estratégicos de la gestión curricular y gestión escolar para asegurar calidad. Lo estratégico se deriva de adquirir las nociones fundamentales de lo que allí ocurre, es información de primera fuente, allí se aplica el plan de clases, allí ocurre el clima propicio para el aprendizaje, allí ocurre la relación básica entre adulto y menor, entre alumno y alumno, allí ocurre, en ese acto lo que en muchas ocasiones rosa el misterio: el aprendizaje escolar. En consecuencia, postulamos su razón estratégica.
No obstante este carácter, la observación de aula pierde su naturaleza y deriva, en muchas oportunidades, a acciones de vigilancia. Esto ocurre cuando se pierde el propósito de la observación de aula. La observación de aula se debe realizar bajo estándar y en consecuencia lo que se debe observar es el cumplimiento del estándar; si el propósito es observar el cumplimiento y o calidad del diseño de clases dispuesto con anticipación y de alto valor en el concepto de clase de calidad, se supone que el observador pondrá sus ojos en el objeto y no tendrá que ocuparse de otros elementos que escapan al propósito original; como por ejemplo, maltrato a los alumnos, interrupciones, uso inadecuado de los espacios y recursos y otros. Si esto ocurre, estamos ante la ausencia de supuestos; en este caso lo que concurre es normalizar la situación de clases (ponerla en el estándar básico). Este es paso previo a buscar el estándar de calidad que dispuso la escuela y o liceo.
Otra cuestión sensible es la devolución y o retroalimentación de la observación. Se aprecian varias modalidades; pero hay una que es la más usada: el 1 a 1, quien observa devuelve; quien observa devuelve una pauta de observación (por lo general es una escala de apreciación y o una lista de cotejo). Como se ha dicho, la observación de aula es una práctica estratégica y cómo se puede hacer más estratégica. Una forma básica es hacerla en reiteras ocasiones. Aquí se propone mejorar su valor y sentido. Valor y sentido para quien o quienes la hacen y para quien y o quienes son expuestos a observación. Asociamos a esta característica estratégica a dos conceptos de todos los instrumentos de evaluación (la observación de aula es un procedimiento de evaluación); nos referimos a la validez y confiabilidad de la observación. Cómo damos validez al procedimiento; es decir, cómo se le otorga valor a lo qué y cómo se observa (al fondo y forma de la práctica). En un primer momento, la comprensión cabal de lo que se observará; que observadores y observados entiendan lo mismo del objeto de observación, segundo momento definición clara del objeto de observación (en una observación no es posible capturar toda la vida del aula); el objeto de observación debe definirse con claridad. Estas definiciones deben ser coherente con lo que el establecimiento, ha definido y o decretado como elementos de una buena gestión de clase y manifestado en su Proyecto Educativo Institucional; además el instrumento en que se volcará la observación (primera cuestión: trabajo preobservación que es un momento de elaboración conjunta de sentidos y significados).
La fiabilidad de una observación depende de cómo se resuelve la confianza que pongo en la observación, de cómo, en eventos sucesivos de observación sus resultados son consistentes y están dando cuenta de una sintonía con lo observado y por ende y lo más importante: la devolución de lo observado (la evaluación realizada) se aproxima con objetividad a lo que realmente ocurre en la sala de clases y es eso lo que se retroalimenta. Para ello no basta con observaciones únicas. Para darle este valor es necesario varias observaciones a una misma sala, a un mismo docente. Varias observaciones realizadas por un observador a una misma sala y o realizadas por varios observadores. El resultado es consecuencia de análisis de diferentes observaciones en busca de recurrencias que den respaldo a lo observado (aquí lo recomendado es que varios observadores observen una sala).
Dada la cantidad de tiempo que requiere realizar observación de aula, del importante número de clases que se debe observar, que la observación de clases es un acto exclusivo, único e irrepetible, que la observación necesita acuerdos previos en lo que se observará, que la observación no solo la realiza en director o los directivos del establecimiento; que, lo más importante de esta acción es la devolución de lo observado, que necesariamente las conclusiones de la observación reiterada deben enriquecer el estándar de calidad de la gestión de aula; esta práctica debe obedecer a un plan integrado a la gestión curricular en que se manifiesta las condiciones, definiciones y características y no que no solo surja de la espontaneidad y de la improvisación.